Mal momento para la indisciplina

Los compañeros de Walter Brun, vicecomodoro de la Fuerza Aérea, quedaron sorprendidos la semana pasada. A pesar de que sus jefes habían mandado el pliego al Congreso, la propuesta de ascenderlo a comodoro volvió rechazada. Y eso que era el mejor promedio de su promoción. Brun tal vez deberá hurgar en sus antecedentes. Uno en particular: el 11 de octubre de 2011 protagonizó un escándalo con Diego Machado, secretario privado de Débora Giorgi.La historia es conocida. Como consecuencia del mal tiempo, la ministra no había podido aterrizar en Venado Tuerto y participar de un acto para el que había trabajado meses: la presentación del Plan Industrial 2020, con Cristina Kirchner. Cuando se aprestaba a bajar, el piloto del Fokker 27 levantó motores y decidió volver a Aeroparque. El de Venado Tuerto es un aeródromo público no controlado -es decir, sin torre-, con una pista de 30 por 1500 metros y sólo operable con reglas de vuelo visual (VFR, por sus siglas en inglés). En condiciones de VFR, el techo de nubes mínimo para descender son los 1500 pies. Aunque otros aviones ya lo habían hecho, en ese momento el techo era de 400 pies.El cambio de destino molestó a los pasajeros. Guillermo Moreno, por ejemplo, exigió aterrizar desoyendo los manuales. No tuvo éxito. Juan Carlos Fábrega, presidente del Banco Nación, le daba en cambio la razón al comandante: "Volvamos". Cuando el Fokker regresó a Aeroparque, el secretario de Giorgi, corpulento y de poca paciencia, increpó al jefe de la agrupación aérea. Era Brun, que respaldó al piloto. "Milicos de mierda", dijo Machado, y le dio un manotazo. "Me siento discriminado", contestó el militar, la camisa rota de tanto forcejeo, y avisó que presentaría una denuncia en el Inadi.Aquella media vuelta avalada por Brun puede haber frustrado, ironía aeronáutica, su despegue profesional. Y supone además una metáfora del dilema que enfrentan empresarios y dirigentes sindicales: mejor no levantar la cabeza, porque cualquier desencuentro con el kirchnerismo, se tenga o no la razón, se paga de modo personal.Algo de esto se planteó el 22 del mes pasado, dos días después del paro de Hugo Moyano, en la sede de Luz y Fuerza. La CGT oficialista quería evaluar la protesta y sus consecuencias. Carlos West Ocampo, el más crudo y locuaz, se trenzó en una discusión con Andrés Rodríguez, de UPCN, y se preguntó qué beneficio reportaba finalmente permanecer entre los aliados. "El Gobierno nos está entreteniendo", dijo el de sanidad. Intervino entonces...

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