La liberación de purgar los recuerdos

Por el barrio porteño del Abasto camina todas las tardes un hombre leyenda. Juan Freund, un sobreviviente del nazismo que aún lleva las cicatrices emocionales de todo lo vivido durante el mandato de Adolf Hitler y que -en lugar de olvidarlo todo- hoy prefiere drenar sus emociones a través de sus textos teatrales.

Cuando comience la función de Infancia y exilio, en el Auditorio Ben Ami, por algunos minutos, él volverá a ser ese niño perseguido en la época del Holocausto, aquel que sólo pudo salvarse por el coraje de su madre y por haber permanecido escondido en el Colegio Don Bosco de Niza, en Francia. Es uno de los 527 sobrevivientes de ese hecho. Pero salvar la vida no es lo mismo que salvarse de los recuerdos o de las lagunas mentales propias de haber pasado por uno de los eventos más traumáticos para la memoria de la humanidad. Por eso, lejos de dejar todo atrás, hoy más que nunca, Freund intenta reconstruir su memoria y llevar a escena sus recuerdos.

Al fondo a la izquierda fue una de sus primeras obras como dramaturgo, con la que logró un reconocimiento público. Ganó el Premio Municipal en 1973. "Se estrenó en el San Martín, fue una buena obra que nunca más se hizo. Hay cosas buenas que se siguen haciendo y otras no. Por ejemplo, Vamo y vamo se va a hacer en Uruguay y en Israel", comenta al respecto.

Ese mismo año dirigió Capitán Echel-Capitán Ezo de Rezvani. "Esa pieza se hizo en el Di Tella y se mantuvo por muchas funciones. En general me gusta trabajar piezas de un significado muy claro o político, ideológico o con algún sentido. No me gustan las que no dicen nada."

Durante 1976 y 1982, dirigió la sala Molière, en una etapa que resultó muy dura para la Argentina. "Había censura, cosas en teatro que no se podían hacer, así que uno se limitaba solo. Se trataba de hacer un tipo de teatro disimulado. Fue una época en la que el teatro te absorbía tanta energía para mantenerlo que yo no tenía más tiempo para nada. Habían matado a decenas de personas y no nos dábamos cuenta."

Desde esa época hasta la actualidad hay temas que se mantienen constantes en su mente y que lo han llevado a explorar en el mundo de lo autobiográfico. Una exploración que comenzó en 2005 con la pieza Bienvenido, Sr. Mayer, considerada por él mismo la antecesora de Infancia y exilio.

"En estas obras hay un intento de reinventarme como dramaturgo. No sé si todo es cierto, pero todo se asemeja a la realidad. En Bienvenido, Sr. Mayer cuento la historia de un personaje...

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