Lejos de resistir, urgidos por acordar

Centenares de trabajadores reclaman por sus despidos o por salarios impagos de Austral Construcciones cortando los accesos a treces ciudades y pueblos de Santa Cruz. Unos 3400 kilómetros al norte, en San Salvador de Jujuy, el desbaratamiento de la organización paraestatal Túpac Amaru y la detención de su jefa, Milagro Sala, ponen al descubierto una compleja trama de aprietes y fondos públicos con destino incierto.

En Buenos Aires, el Grupo Veintitrés dejó de pagar los salarios a los trabajadores de sus medios a poco de que cesara de ingresarle una millonaria pauta publicitaria estatal. En medio de esa crisis se anunció que sus propietarios habían vendido la empresa a un comprador que se definió a sí mismo como "un aventurero".

Estos repentinos derrumbes muestran que los millones derivados por el kirchnerismo no construyeron cimiento alguno. Eran carpas que volaron apenas perdieron el único punto de encuentro que tenían Milagro Sala, Lázaro Báez y Sergio Szpolsky: la billetera presidencial.

El hundimiento de Austral, como el quiebre de la Túpac y el colapso de los medios propagandísticos de Szpolski no pasarían de ser casos aislados si la crujiente estructura del peronismo no estuviese dando señales claras de redireccionar su rumbo para quitarse de encima el liderazgo que durante 12 años ejercieron Néstor y Cristina Kirchner.

Es ese peronismo que está al mando de 14 provincias (dos más si se incluyen a Córdoba y San Luis) y de centenares de municipios el que, mientras discute a puertas abiertas su nueva jefatura, orienta su búsqueda hacia la billetera perdida. O lo que es lo mismo: se encamina a establecer una relación con el poder político pero también económico y financiero que ahora tiene Mauricio Macri.

Al despuntar la "década ganada", una Argentina sin créditos externos pero con recursos crecientes solo concentrados en el Estado, hicieron de la caja un arma que Kirchner utilizó con singular audacia para convertir en sus "fanáticos" a peronistas de todos los pelajes, de menemistas a duhaldistas. Esa "pasión" por la familia Kirchner se derrumbó cuando, ausente Cristina, Macri recibió la banda presidencial. No pasaron dos meses...

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