Juan Carlos Calabró: el trabajador de la risa

Difícilmente aparezca entre los grandes capocómicos argentinos otra figura tan laboriosa y perseverante como Juan Carlos Calabró. Fue, sin dudas, el más atípico de los integrantes de ese selecto Olimpo de talentosos hacedores de la risa nacidos en la Argentina.Como ellos, construyó un estilo con nombre propio y sello inconfundible, sustentado en una serie de rutinas, frases, situaciones y personajes que alcanzaron una envidiable continuidad en el gusto popular. Por eso fueron tan amplias y masivas desde ayer las expresiones de dolor no bien se supo que, por una insuficiencia renal, había perdido definitivamente la larga batalla que desde hacía más de un año libraba contra una serie de dolencias que lo obligaban a cuidados intensivos e internaciones permanentes. Murió ayer por la mañana en el Hospital Británico de esta ciudad, a los 79 años, y sus restos, tras ser velados hasta anoche, recibirán sepultura hoy en el Panteón de Actores de la Chacarita.Lo que siempre distinguió a Calabró entre sus pares fue una admirable y muy personal dosis de constancia, rigor y meticulosidad. Nunca quiso refugiarse en el exceso de confianza y la pereza creativa que suele ganar a quienes para hacer reír confían solamente en el talento intuitivo y la capacidad de improvisación. Calabró podía repetirse, pero siempre a partir de la puntillosa, exigente y detallista búsqueda de variaciones de una misma situación, probada unas cuantas veces antes de salir al ruedo.Esa condición única fue reconocida públicamente por última vez en agosto último, cuando recibió un premio a la trayectoria en la última entrega de los Martín Fierro. Con la salud muy golpeada, pero tan sonriente como su familia (a su lado, como siempre), encontró por última vez el emocionado reconocimiento público a su obra.Nacido en Buenos Aires el 3 de febrero de 1934, Calabró pertenecía a la noble estirpe cómica de los Biondi, los Balá y los Verdaguer. Al igual que ellos, se reconocía no sólo como actor, sino también como el artífice integral (desde los libros propios y una cuidada puesta en escena) de sus ocurrencias humorísticas. "Yo fui en todo momento el creador de mi propio muñeco", dijo a LA NACION mientras recordaba sus primeros pasos en la radio.Fue allí donde encontró al descubridor de su veta cómica: un publicista llamado Eduardo Martínez Vadé, que le cambió la vida. Contra la opinión del propio interesado, que se veía "muy amargo para hacer reír a la gente", lo llevó con Aldo Cammarota, que estaba a fines...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR