Jimmy Kimmel tratará de hacer reír a un Hollywood crispado

"Si me lo pidieran aceptaría. Los Oscar parecen una situación en la que el conductor tiene todas las de perder pero de alguna manera eso es un desafío, te hace querer ganar", respondía Kimmel hace poco más de un año en las vísperas de conducir los premios Emmy.

En aquel momento, aunque el cómico televisivo parecía el favorito de los críticos para encarar la difícil e ingrata tarea de conducir los premios de la Academia de Hollywood, lo cierto es que sus productores estaban lejos de considerarlo en carrera. Unos meses después, la historia era otra y el conductor de uno de los shows de medianoche de mayor rating de los Estados Unidos se transformó en el maestro de ceremonias de la fiesta más glamorosa del cine. Una que este año promete ser la más política de la década, haciendo su tarea aun más complicada.

Sin embargo, Kimmel está acostumbrado a los desafíos. En el principio de su carrera, cuando todavía estaba en la universidad, el tipo encontró en la radio el medio para darle rienda suelta a su humor zumbón y siempre atento a la cultura pop. Durante años fue el muchacho gracioso de emisoras bien lejos de las mecas de su profesión: Nueva York y Los Ángeles. Hasta que su estilo le llamó la atención a los productores de una radio de Los Ángeles y para allí fue Kimmel con la nada secreta esperanza de que su mudanza a la ciudad del entretenimiento lo llevara directo a la televisión. Y a la larga así fue, aunque antes de conseguir el programa que conduce hace 14 años por la cadena ABC, Jimmy Kimmel Live! pagó el derecho de piso en olvidables ciclos de cable.

Claro que cuando finalmente logró tener un programa con su nombre -y modelado a su estilo de comedia- tampoco fue todo color de rosas. Aunque, a diferencia de muchos de sus competidores de la televisión de medianoche, Kimmel cuenta con la ventaja de grabar su show literalmente en Hollywood. El teatro desde el que se emite el programa queda sobre Hollywood Boulevard, frente al teatro Dolby, donde mañana se celebrarán los Oscar. Aunque simbólicamente la distancia entre uno y otro sea tan amplia como la de un continente a otro.

En la vereda de Kimmel por años todo fue mirar desde el lado de afuera del vidrio de la industria, tan cerca pero tan lejos de las estrellas que el conductor siempre recuerda que en 2003 -cuando comenzó su programa- "Era fatal hacerlo. No teníamos invitados. Imaginate hacer un talk show que se graba a las 21 y que sean las 17.30, y todavía no tenés al invitado del día...

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