La obligación de informar del proveedor en la relación de consumo. Caracterización general

AutorCarlos Gustavo Vallespinos - Federico Alejandro Ossola
Páginas251-278
LA OBLIGACIÓN DE INFORMAR
DEL PROVEEDOR EN LA RELACIÓN
DE CONSUMO. CARACTERIZACIÓN GENERAL
Por Carlos Gustavo Vallespinos y
Federico Alejandro Ossola
Sumario: I. La era de la información. II. Concepto de
la obligación de informar. III. Factores que determi-
nan la importancia de la obligación de informar del
proveedor. 1) Los cambios en la contratación. 2) La
creciente complejidad científica y técnica. 3). La crisis
de la autonomía de la voluntad. IV. La obligación de
informar del proveedor en el derecho argentino. 1) Ran-
go constitucional. 2) Derecho infra-constitucional. La
Ley de Defensa del Consumidor y su reforma por la
ley 26.361. 3) La modificación operada respecto a la
obligación de informar del proveedor. Rasgos más
destacados. 4) Breve caracterización de la obligación
de informar del proveedor en el derecho argentino.
V. Epílogo. VI. Bibliografía.
I. LA ERA DE LA INFORMACIÓN
En los últimos cien años la humanidad ha experimentado
una evolución nunca antes vista. Los cambios tecnológicos
—en todos los ámbitos— se van sucediendo a una rapidez tal
que muchas veces resulta difícil percibirlos, y menos aún
comprenderlos. Sus repercusiones se proyectan en los más
variados aspectos de nuestra existencia, desde lo más coti-
diano (como los hábitos alimenticios) hasta aquellas situa-
ciones que definen el destino y la vida misma de millones de
personas, como ocurre con las nuevas guerras.
Otrora, y si bien siempre se produjeron movimientos de
la más variada índole (sociales, económicos, etc.) que traje-
ron aparejados enormes cambios, éstos acontecían de una
manera tal que al menos permitían ser analizados y evalua-
dos, tanto en sus causas como en sus proyecciones. Las solu-
ciones que se proponían tenían una cierta vocación de per-
manencia, y se proyectaban en el tiempo con alguna
estabilidad.
Hoy todo eso se ha modificado.
Pareciera ser que nos encontramos en medio de un torbe-
llino en el que la gran mayoría solamente ve, observa lo que
acontece, sin mayores posibilidades de reflexionar. Se han
incorporado a nuestra esfera existencial tantos y tan varia-
dos elementos, que resulta imposible para la mente humana
no ya procesarlos y comprenderlos, sino solamente reparar
en todos ellos. Ni qué hablar de los cambios que suceden se-
gundo a segundo, con una fluidez antes impensada.
La vida hoy acontece a una velocidad tal que abruma.
Los grandes pensadores de la actualidad hablan —a la
hora de asignar un nombre a este momento de la historia—
de Posmodernidad, Era Tecnológica, o Era de la Información,
revelando lo indudable: la llamada Edad Contemporánea ha
culminado, dando paso a otra etapa de la Historia del Hom-
bre.
Sin embargo, esta nueva situación no implica que todos
los cambios acontecidos (y que siguen ocurriendo) sean siem-

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