Increíble: Nadal muerde el polvo

Es pero no es. Golpea del mismo modo, pero la esfera amarilla no sale despedida igual de su raqueta. Tiene oportunidades y, como nunca, las deja escapar. Cuando todos ya creen haber visto la película y se frotan las manos aguardando una recuperación digna de gladiador, se derrumba. Rafael Nadal no es Rafael Nadal. El mallorquín, que construyó un imperio a puro latigazo y fuerza mental, luce fisuras que en su vida había padecido. Está vulnerable. Sin pimienta. Desorientado. Lo más llamativo es que ni siquiera logra nutrirse del polvo de ladrillo, superficie que supo dominar como nadie en la historia. Y, a sólo un mes de Roland Garros y cuando Novak Djokovic amenaza con celebrar por primera vez en el Bois de Boulogne, sus temores no pasan inadvertidos.

"He jugado mal. No conseguí jugar agresivo y he fallado más de lo habitual. Ha sido desastre, pero he de aceptar la situación. Viniendo como venía de Montecarlo -cayó 6-3 y 6-3 en las semifinales con Djokovic-, es un golpe para mí. Pero toca aceptar o morir, y elijo aceptar porque quiero dar opciones para el futuro." Triste, crudamente sincero, con una ceja levantada -uno de sus gestos característicos- y sin ánimo de buscar excusas, Nadal masculló bronca tras perder 6-4 y 7-6 (6) con el camaleónico Fabio Fognini (ya le había ganado este año en Río), por los octavos de final del Conde de Godó. Aquellos que estuvieron en el court central del Real Club de Tenis Barcelona afirmaron que el público quedó enmudecido cuando el italiano triunfó. Que la sorpresa fue inmensa y que muy pocos lograron comprender que Nadal, ocho veces campeón allí, estaba marchándose antes del fin de semana. ¡Insólito! Sólo comparable, probablemente, con su primera experiencia en Barcelona, en 2003 y siendo adolescente, cuando lo venció Alex Corretja.

El presente del español es delicado. Pero antes de desembarcar en París, en busca de su 10a Copa de los Mosqueteros, tiene dos Masters 1000, Madrid (3/5) y Roma (10/5), para intentar recuperar las buenas sensaciones. Claro, para conseguirlo deberá continuar replanteándose diversos aspectos que hoy fallan. "Si no encontrásemos motivación en ganar Roland Garros no valdría la pena seguir", le aseguró Toni Nadal, entrenador del Matador, al sitio tennistopic.com. Es difícil que alguien del equipo del ganador de 14 Grand Slam alguna vez reconozca fragilidades, pero ahora es el propio tenista el que confiesa dudas: "La ansiedad no es un problema, el problema es técnico. Cuando uno...

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