Idus de agosto 2008 en el Cáucaso

AutorMirador Internacional
Guerra de los cinco días

Rusia aplastó al ejército de Georgia en tiempo récord. Advertencia para las potencias de Occidente. El origen del conflicto.

Cuando los tanques y blindados rusos se aposentaron en Gori, después de que los aviones Sukoy bombardearan la ciudad donde nació y creció Josef Diujashvili (Stalin), quedó claro que la temeraria apuesta militar de Georgia desembocaba inexorablemente en una catastrófica derrota.

Gori está a sólo cuarenta kilómetros de Tiflis, la capital del país caucásico. Por lo tanto, a Moscú le hubieran bastado un par de días más simulando no escuchar la desesperada capitulación georgiana, para sacar de un tincazo al presidente Mujail Saakashvili. En el Kremlin lo odian por haber traicionado a su mentor, Eduard Shevarnadze, quitándole el gobierno y recreando un nacionalismo antirruso como el de Zviad Gamsajurdia, el primer presidente de la Georgia postsoviética.

En sólo cinco días, ningún ejército expulsa a otro de una ciudad y sus alrededores, iniciando una aplastante invasión relámpago de otro país, si no estaba preparado para hacerlo. Y en sólo cinco días, Rusia sacó a los georgianos de Osetia del Sur, bombardeó y ocupó ciudades con lo cual dejó al alcance de su artillería a Tiflis.

El mundo observó perplejo cómo un peso mosca saltó desafiante al ring de un peso pesado, y este lo demolió con sus abrumadores brazos. Israel perdió el récord de seis días que estableció en la guerra de 1967. Desde el primer día, Georgia retrocedió destartalada y en el quinto, Europa, colgada de los implacables brazos rusos, logró que la paliza no matara al Estado que tambaleaba entre las sogas.

La pregunta es por qué Mijail Saakashvili se lanzó entusiasta a una guerra que su ejército no podía sostener. ¿Pensó que Medvedev y Putin son dos palomas pacifistas? ¿Creyó que se limitarían a patalear en los foros internacionales y a exigir por vía diplomática que Georgia se retire de Osetia del Sur?

Es imposible suponer que, por seguir el desempeño de los atletas rusos en Beijing, el Kremlin demoraría en reaccionar ante una ofensiva militar sobre habitantes a los que convirtió en ciudadanos rusos. Sobre todo después de haber visto, hace dos meses, cómo los gigantescos aviones Antonov descargaban divisiones blindadas en el Cáucaso.

Por eso la incógnita sobre el mal cálculo de Saakashvili. ¿Lo indujo Washington a explorar esos umbrales peligrosos para medir la reacción rusa? ¿O fue la propia Rusia la que lanzó desde las sombras engañosas señales que condujeron al presidente georgiano hacia la trampa en la que ingenuamente cayó?

Lo único claro es que el pequeño pero modernísimo ejército georgiano (de 29.000 efectivos) estaba en condiciones de arrollar a los separatistas osetios, como de hecho lo hizo en un puñado de horas; pero no podía resistir ni una semana la guerra abierta contra Rusia.

Si lanzó esa blitzkrieg, lightning war o guerra relámpago para retomar el control sobre Tsjinvali, la capital surosetia, tampoco pudo ser por haber calculado que los Estados Unidos y la OTAN frenarían militarmente una ofensiva rusa.

Saakashvili gestiona el ingreso de Georgia a la alianza atlántica y cortejó a Bush enviando 2.000 soldados a Irak, pero sabe que no por eso las potencias de Occidente irán a la guerra contra Rusia para salvar al temerario presidente georgiano. En todo caso, pudo calcular mal la inmediatez de la reacción de Moscú, confiando que tras la reconquista militar de Osetia tendría tiempo y respaldo occidental para negociar con el Kremlin una solución política más favorable a Georgia que el statu quo reinante desde el tratado de paz que firmaron Boris Yeltsin y Shevardnadze, que daba a los surosetios una independencia de facto, aunque no reconocida jurídica ni institucionalmente.

Por eso es más lógico pensar que a su desastroso error, Saakashvili lo cometió empujado por Washington con el objetivo de medir la reactividad rusa, para decidir el precio que tendrá la extensión de la OTAN al vecindario del gigante euro-asiático y el emplazamiento...

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