El gigante hace temer, ¿qué pasará con el yuan?

La decisión del Banco Popular de China de promover la devaluación del yuan responde a varias motivaciones, en no pocos casos contradictorias. Entre ellas, el deseo de recuperar la competitividad de los sectores más perjudicados por el visible atraso del tipo de cambio real; la necesidad de moderar, cuando menos, las expectativas de depreciación nominal de la moneda local para frenar salidas de capitales que podrían debilitar la posición de reservas de la autoridad monetaria; la decisión de dar un paso hacia un tipo de cambio que se defina fundamentalmente por las fuerzas de la oferta y la demanda.

Esto último, en principio, sería un requisito para que el FMI acepte al yuan como una de las monedas "fuertes" que sirvan de respaldo a los Derechos Especiales de Giro. Esto requiere que el yuan no se deprecie de manera permanente y, a su vez, exige disciplina fiscal y monetaria. Aquí se presenta un serio problema interno: desde junio las autoridades aplican una estrategia de creciente expansión monetaria para sostener la estabilidad de los mercados financieros locales. Sin embargo, la estrategia puede reavivar la demanda de dólares y la fuga de capitales.

La devaluación del yuan fue inesperada y generó temores de depreciaciones competitivas. Esos temores vienen asociados a la expectativa de que el movimiento es la antesala de futuras depreciaciones del yuan, dado que lo observado no es suficiente para recuperar competitividad en forma significativa. Menos cuando la mayoría de las monedas del mundo se deprecian respecto del dólar.

Hay ahora quienes sostienen que las autoridades de Pekín van a cumplir con el anuncio de que no habrá nuevos saltos...

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