La fórmula del éxito: claves de 10 emprendedores argentinos

Un domingo de verano, 6 de la tarde, a comienzos de 2007. En el de Rivadavia al 9800, en el barrio porteño de Villa Luro, no hay muchos clientes. Pegado a la línea de cajas se ve a un hombre de más de 60 años, con una gorra que le cubre parcialmente la cara y una libreta en la que escribe números. Es Alfredo Coto, el multimillonario dueño de la cadena de supermercados, que chequea personalmente cuánta gente entra en el local. Tiene que decidir si conviene seguir pagando el día doble o empezar a cerrar allí los domingos. Después de haber rechazado una oferta de compra por más de 1000 millones de dólares en los 90, está claro que la pasión de "don Alfredo" por su empresa trasciende lo meramente económico y tiene un papel fundamental en el éxito de una cadena que emplea a más de 18.000 personas, incluidas varias decenas de gerentes, pero en la que todas las decisiones clave siguen pasando por su fundador y presidente.

Los expertos en management afirman que vivimos en la era de la innovación, de la creatividad, y que cada vez más el futuro de los países dependerá de su capacidad para generar nuevos emprendedores. Pero qué tipo de emprendedores, ésa es la cuestión. ¿Obsesivos como Coto? ¿Que apuesten a la inspiración o, en cambio, a la transpiración? ¿Los que tienen ideas geniales o los que apuestan al trabajo en equipo? ¿Triunfadores natos o, al contrario, los que fracasan y siguen, fracasan y vuelven a intentarlo?

En la Argentina hay decenas de casos de emprendedores que, como Coto, empezaron de cero y terminaron construyendo empresas exitosísimas. No parece haber un solo patrón de conducta, pero sí rasgos comunes. Dedicación full time, capacidad para adaptarse a las crisis, perseverancia para llevar adelante una idea, ausencia del miedo paralizante frente al riesgo, rodearse de gente capaz, concentrarse en lo importante y hasta la buena suerte son factores que se repiten en los testimonios de líderes de empresas que le contaron su historia a LA NACION.

"El secreto es simple: hacer lo que te gusta y tener vocación de trabajo. Igual, una cosa es decirlo, y otra, hacerlo", cuenta Coto, que representa como pocos la figura del hombre que se hizo a sí mismo (el remanido self-made man que aman los norteamericanos). Dueño de la mayor cadena de supermercados de capitales nacionales, a los 14 años abandonó el secundario para trabajar en la carnicería que tenía su padre en Retiro. En 1970 se puso su propio local, que rápidamente se convirtió en el primer eslabón de lo que en pocos años se convirtió en la mayor red de carnicerías integradas del país.

Como en el caso de Coto, que sin tener experiencia en el rubro a fines de los 80 se animó a reconvertir sus carnicerías en supermercados, los empresarios exitosos dicen que uno de los mayores desafíos que debieron enfrentar fue animarse a ir...

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