Fiscales: los dueños del éxito o el fracaso de los casos de corrupción

Los fiscales federales, como dueños de la acción penal, son protagonistas de la aceleración de los casos de corrupción que se investigan en los tribunales de Comodoro Py.

Tienen la llave para abrir e impulsar las investigaciones judiciales, pero también el poder para enterrar los casos cuando entienden que no hay razones para impulsar una denuncia o para acusar.

Con una reforma judicial pendiente para dotar de más poder al Ministerio Público Fiscal, los fiscales terminaron en la última década mirados también a la luz de la dicotomía entre kirchnerismo y antikirchnerismo.

Mientras el procurador fue Esteban Righi, casi no había cuestionamientos públicos. Pero todo cambió cuando Amado Boudou con la explosión del caso Ciccone, obligó a renunciar a Righi. En su lugar asumió Alejandra Gils Carbó.

Las críticas se hicieron oír y pasaron de las declaraciones a la acción, con denuncias penales contra la jefa de los fiscales. Comodoro Py fue un territorio hostil para la procuradora, hasta que logró bajar, de a poco, el tono de algunas críticas y cubrir vacantes mediante concursos -ahora bajo escrutinio judicial- con funcionarios de su confianza y afines a su pensamiento.

El Ministerio Publico Fiscal sigue esperando, de todos modos, una ley que plantee una reforma profunda, que acompañe a un nuevo Código Procesal Penal, en el que ellos tengan plenas facultades sobre las investigaciones y el juez se trasforme en un árbitro. La aplicación del proyecto del kirchnerismo, en ese sentido, quedó suspendida.

Hoy conviven en Comodoro Py fiscales que provienen de diferentes épocas y están cincelados por moldes muy distintos.

Están los que ocupan ese cargo desde el menemismo, con más o menos coherencia. Y están los llegados con el kirchnerismo de la primera época y los recién arribados en los últimos años, con la impronta de la nueva procuradora. Forman un grupo heterogéneo y tienen la última palabra para que los casos lleguen a juicio o mueran antes de ver la luz.

Los investigadores

Quiénes tienen en sus manos las 12 fiscalías federales

Jorge Di Lello

Fiscalía n° 1

Jorge Di Lello es fiscal por partida doble: fiscal penal y fiscal electoral; y en materia electoral, fiscal de primera instancia y el único fiscal de Cámara. Es de los fiscales federales de primera instancia más antiguos de Comodoro Py.

No oculta su militancia peronista, aún en las épocas de la guerrilla, cuando estuvo preso por participar de la lucha armada en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP).

En los años 90, por su relación con Gregorio "Goyo" Corach, hermano del entonces ministro Carlos Corach, llegó a la fiscalía federal. Primero fue fiscal adjunto y el nombramiento de Norberto Oyarbide como juez le permitió ser el titular de la fiscalía federal N° 1, la única que también es electoral.

Su cargo lo obliga a una frecuente relación con la jueza electoral María Servini de Cubría, con quien mantiene un tono conciliador, como con la mayoría de los jueces y colegas del fuero. Hace gala de un don dialoguista y negociador.

Así, en las peores épocas del kirchnerismo, tenía diálogo fluido con la fiscal Cristina Caamaño, de máxima confianza de Alejandra Gils Carbó; al mismo tiempo que recibía a Graciela Ocaña, denunciante frecuente del kirchnerismo. Su hijo, Matías Di Lello, fue secretario del juez Claudio Bonadio y en 2012 juró como fiscal federal de San Nicolás.

En mayo de 2012 Di Lello imputó al vicepresidente Amado Boudou por enriquecimiento ilícito. También es hoy el fiscal de la causa Ciccone, en la que en 2014 Boudou fue procesado. Insistió allí con indagar a Ricardo Echegaray.

Fue el fiscal de un caso resonante, cuando acusó a Gustavo Beliz por haber mostrado por TV la imagen del ex espía Antonio Stiuso. El tribunal absolvió a Beliz y Di Lello apeló.

Carlos Rívolo

Fiscalía n° 2

Es un "nyc" de los tribunales, "nacido y criado" entre expedientes. Sin siquiera empezar a estudiar abogacía ingresó en la Justicia en 1982, a los dos años de dejar el colegio secundario. Su trabajo lo llevó a situaciones poco habituales para su cargo, como protagonizar una película.

Rívolo está a cargo de la Fiscalía Federal N° 2 desde octubre de 1995 y es considerado uno de los más serios y respetados. Fue el primer fiscal del caso Ciccone y pidió allanar la casa del vicepresidente Amado Boudou cuando aún estaba en su cargo. Después investigó a funcionarios de Formosa por cobros indebidos relacionados con The Old Fund, pero aún no pidió indagarlos.

Como empleado de Ricardo Wechsler, que era juez federal, ascendió a prosecretario y luego como empleado del hoy camarista Jorge Ballestero, llegó a secretario de primera instancia. Fanático de River Plate, su pasión de chico fue el rugby.

En 1995, cuando Rodolfo Barra era ministro de Justicia, llegó al cargo que ocupa hoy. Entre las causas más resonantes que ha manejado se destacan las investigaciones sobre la tragedia de LAPA; en la...

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