El espejo de 1810: del Alto Perú a la alta inflación

El gobierno central fracasó en su intento de acordar con el interior un sistema de obtención y reparto de recursos. Bien podría alguien pensar que esa noticia o es repetida o atrasa varios años? ¿Cuántos? ¿Cinco, seis? ¿O unos 200 quizás?

Después del 25 de Mayo de 1810, aquel día del primer gobierno patrio, los hechos marcaron la necesidad de buscar nuevas fuentes de ingresos públicos, que serían cada vez más requeridos por el gasto militar de las batallas. Las minas de plata de Potosí, que habían sido parte del Virreinato del Río de la Plata, no pudieron ser retenidas dentro del territorio de lo que sería la Argentina. Y ya no fueron, lógicamente, el centro de un circuito que dotaba de recursos a la corona española, a la gestión del virrey y también a las regiones del Norte, que conseguían lo suyo al ser pasos obligados en el transporte de bienes. Como un efecto de esa pérdida, según explica el economista e historiador Roberto Cortés Conde, se dieron los primeros intentos fallidos de consensuar un esquema de cargas y beneficios entre Buenos Aires y el interior. La pelea por los recursos fue larga y llevó a duros enfrentamientos, en los que no estuvieron ausentes los conflictos por los derechos aduaneros.

No es esa puja el único tema de la economía que estuvo presente en aquellos años y que suena familiar en nuestros días. Hecha la salvedad, claro está, de las enormes distancias entre una época y otra por el contexto, el tamaño de la población y la economía y la forma de resolver conflictos.

En la génesis de la gesta estuvo, por caso, el propósito de destrabar el comercio exterior que entusiasmaba a varios protagonistas de la época. Y a la par de esas ideas liberales había llegado al Río de la Plata la noticia de que la corona española estaba dominada por las fuerzas napoleónicas. "Eso es algo que se aprovechó", dice Gerardo della Paolera, profesor de la Universidad de San Andrés.

En su Historia Integral de la Argentina, Félix Luna señala otro hecho que ayudó a los revolucionarios: la relación monopólica ya dejaba al descubierto las limitaciones de España para abastecer a sus dominios y absorber los bienes que de ellos recibía.

"Mientas estudiaba Derecho en España, Manuel Belgrano se entusiasmó con las ideas de la Revolución Francesa, y como no existía la carrera universitaria buscó academias para formarse en temas económicos; él creía que, al igual que la agricultura, el comercio debía ser libre, aunque a la vez no dejaba de lado el rol...

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