La decolonialidad de la palabra para una sociedad democrática

AutorRosita Mercado
CargoDocente- Investigadora, Universidad Nacional de San Juan

ALTERNATIVAS PARA “OTRO” CONOCER

“La descolonización no pasa jamás inadvertida puesto que afecta al ser, modifica fundamentalmente al ser, transforma a los espectadores aplastados por la falta de esencia en actores privilegiados, recogidos de manera casi grandiosa por la hoz de la historia. Introduce en el ser un ritmo propio, aportado por los nuevos hombres, un nuevo lenguaje, una nueva humanidad.” (Franz Fanon)

En el pensamiento latinoamericano emerge hoy una búsqueda de formas alternativas para generar conocimiento en las ciencias sociales. Búsqueda que plantea un quiebre ontológico con el eurocentrismo y la colonialidad, ambos modelos muy cercanos a la idea de civilización universal. A efectos de dar un marco teórico referencial de nuestra mirada sobre la descolonización de la palabra en los medios de comunicación para afianzar una sociedad democrática, nos permitiéremos hacer un mapeo de las principales premisas de la teoría de la colonialidad del poder que ha sido enunciada y trabajada por el peruano Aníbal Quijano en la década de los noventa. Actualmente, es una de las propuestas epistémicas más debatidas en la academia de América Latina y le da fundamento a la perspectiva crítica y radical de los movimientos sociales. Para esta ponencia, los componentes de la colonialidad del poder nos brindan elementos de comprensión para entender el ejercicio discursivo y representacional del poder de los medios en este campo de disputa de dominación y concentración.

Para Aníbal Quijano la colonialidad del poder es uno de los elementos constitutivos del patrón global del poder capitalista. Se funda en una clasificación social/étnica de la población del mundo y opera en dimensiones materiales y subjetivas de la existencia cotidiana. El poder es una relación social de dominación, explotación y conflicto por el control de cada uno de los ámbitos de la experiencia social humana (Quijano, 2001). Para el peruano toda forma de existencia social que se reproduce en el largo plazo implica cinco ámbitos básicos: trabajo, sexo, subjetividad/intersubjetividad, autoridad colectiva y naturaleza. La disputa continua por el control de dichos ámbitos acarrea la (re)producción de las relaciones de poder. Desde esta perspectiva, el fenómeno del poder se caracteriza por ser un tipo de relación social constituida por la co-presencia y la interactividad permanente de tres elementos: la dominación, la explotación y el conflicto. Desde esta perspectiva las relaciones sociales son configuradas por los sujetos y las agrupaciones sociales en el devenir de sus disputas y conflictos (Quintero, Pablo, 2010).

Para Quijano con la constitución de América (Latina) el capitalismo se hace mundial, eurocentrado y la colonialidad y la modernidad se instalan hasta hoy como los ejes del patrón del poder.

En este mapeo de ideas sustantivas, es oportuno ahora reflexionar sobre las perspectivas del eurocentrismo como pilar de la colonialidad, por cuanto esta visión queda reflejada en los discursos de los medios de comunicación.

Retomando a Aníbal Quijano, dentro de los ejes de la colonialidad del poder, los modos de producción y de control de la subjetividad se constituyen a través de: el imaginario social, la memoria histórica y las perspectivas de conocimiento. Estos tres elementos se expresan en el eurocentrismo.

La construcción eurocéntrica del conocimiento organiza el tiempo, el espacio y a la humanidad desde un patrón histórico cultural de superioridad frente a América Latina por ser eje de la modernidad. El eurocentrismo no es la perspectiva cognitiva de los europeos exclusivamente o solo de los dominantes del capitalismo mundial, sino del conjunto de los educados bajo su hegemonía (Quintero, Pablo, 2010)

En contraste con esta mirada del conocimiento eurocéntrico de los expertos, entrenados desde la mirada occidental, hoy aparece un nuevo pensar, con paradigmas críticos y participativos, que deconstruye la imagen de la corriente del positivismo en la que Estados Unidos y Europa se constituían hegemónicas en el mundo intelectual. Hoy se ha demostrado que lejos de ser sociedades donde reinaba la civilización y el progreso, lo que muestran es la decadencia económica, la desigualdad social y la explotación en diferentes formas.

Frente a esta realidad, se observa una nueva episteme latinoamericana, que deja de lado el conocimiento objetivo, científico, universal y la sociedad moderna como la más avanzada. Un conocimiento que reconoce tanto el conocimiento científico como el experiencial y los saberes populares. Un conocimiento que supera la dicotomía de las ciencias naturales versus ciencias sociales para revalorizar los estudios humanísticos. Esto lleva a colocar a la persona como autor y sujeto del mundo. No hay unos saberes mejores que otros. Todos promueven situaciones comunicativas. Dialogar en este marco es promocionar al otro, reconocerlo al decir de Humberto Maturana como un legítimo otro. En esta línea conceptual aparece el hablar y escuchar para reparar en la fuerza reveladora de la palabra

Siguiendo el pensamiento de un referente de los estudios postcoloniales, Walter Mignolo, el conocimiento no es abstracto y universal. Es conocimiento concreto y localizado. Debe ser leído desde su localidad. Esta postura crítica rescata la producción oral de los saberes. En el caso concreto de la comunicación, nuestra especialidad, esta mirada revaloriza, tal como lo señalamos anteriormente, a los saberes populares, a los saberes situados, a las historias de vida, a las interacciones comunitarias, a la democratización de la palabra… en fin a un modo de decir y relatar el mundo no solo para interpretarlo sino también para interpelarlo desde otro lugar. Es reconocer los saberes en la palabra de las voces comunitarias y ciudadanas.

En esta cartografía, que presentamos para ubicar el tema de la descolonización de la palabra, vale también citar algunos autores que han trabajado estos núcleos teóricos orientados a la descolonización del conocimiento. Ya nombramos al peruano Aníbal Quijano y al argentino Walter Mignolo, otro argentino con un gran aporte es Enrique Dussel, quien ha desarrollado extensamente la idea de eurocentrismo tal como la concibe Quijano, Enrique Dussel (1994) nos ha recordado, en múltiples ocasiones, que el ego cogito cartesiano del “yo pienso, luego soy” está precedido por 150 años

del ego conquirus imperial del “yo conquisto, luego soy”. En esta genealogía también señalamos los aportes del venezolano Edgardo Lander, del colombiano Arturo Escobar entre otros. Reconocemos la tradición del conocer no eurocentrico de José Carlos Mariategui y José Martí. Destacamos aquí la obra de Boaventura de Sousa Santos como contribución fundamental a la descolonización de las ciencias...

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