Decisiones morales: revelan sus engranajes cerebrales

Nuestra civilización ubica a la moral en el pináculo de las creaciones culturales humanas y la atribuye casi por completo a la educación. Sin embargo, dos nuevos trabajos científicos que acaban de publicarse en Scientific Reports, del grupo Nature, y en el Journal of the American Medical Association (JAMA Neurology) sugieren que nuestro juicio moral depende de una variedad de otros procesos que a su vez tienen sustento biológico y pueden estar afectados tanto por experiencias psicoafectivas tempranas como por lesiones neurológicas."Muchos piensan en la moral como una superestructura de conocimiento, como algo que se tiene o no se tiene -dice Agustín Ibáñez, investigador Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), del Conicet y del Instituto de Neurociencias de la Universidad Favaloro, que al frente de un equipo internacional firma ambos estudios, junto con Josefina Escobar y David Huepe, de la Universidad Diego Portales, de Chile; científicos de la Universidad de Heidelberg, Alemania, y el Attachment y Adoption Research Network (de Suiza, Bélgica, Italia y Francia); Sandra Báez, Luciano Sposato y Blas Couto, también de Ineco, y Jean Decety, de la Universidad de Chicago, entre otros-. Pero hay otras formas de entender la moral como un proceso dependiente de otros mecanismos más básicos: las emociones, el aprendizaje histórico, la capacidad de reaccionar frente a estímulos peligrosos..."En el primer trabajo (), Ibáñez y colaboradores exploraron el juicio moral en dos grupos de chicos de entre 9 y 15 años. Uno de ellos estaba integrado por adolescentes que habían pasado hasta 24 meses institucionalizados durante su temprana infancia. El otro era el grupo de control."Éste es el primer estudio que analiza niños institucionalizados y su desempeño en tests que evalúan la toma de decisiones morales -cuenta Ibáñez-. Les presentamos videos de situaciones sociales de agresión intencional, accidental o neutral mientras registrábamos su actividad cerebral con electroencefalogramas de alta densidad."Se les pidió que identificaran la intención de agredir o dañar físicamente a otro en situaciones muy simples donde, por ejemplo, una persona ataca a otra, hace retroceder una bicicleta y sin querer lo empuja, o le entrega un libro.Pudieron observar que, en comparación con los controles, en los chicos institucionalizados la actividad frontal temprana estaba atenuada cuando debían tomar decisiones sobre la intencionalidad de dañar."La intención de agredir es algo muy...

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