Cristina, cerca de ceder ante gremios

El mismo día en que el Indec corrigió inesperadamente el aumento del PBI correspondiente a 2013, el gobierno de anunció una quita de subsidios en las tarifas de agua y gas. Las dos noticias tienen un denominador común: la desesperación oficial por el agotamiento de las fuentes de financiamiento de un cada vez más grande déficit fiscal.

Ninguna de las dos decisiones estará exenta de consecuencias. La primera tendrá su correlato en un probable agravamiento de las relaciones con inversores extranjeros que apostaron a bonos argentinos atados al crecimiento de la economía. La segunda impactará en las ya de por sí complicadas negociaciones salariales y les ofrecerá a los gremios más duros argumentos para sostener sus demandas de incrementos superiores al 30 por ciento.

¿Por qué el Gobierno decidió anticipar el anuncio sobre la virtual eliminación de los subsidios a las tarifas de servicios públicos cuando la idea original era hacerlo una vez que estuvieran finalizadas las principales negociaciones paritarias? ¿Por qué se precipitó esta medida cuando todo apuntaba a que el mejor momento para dar a conocer la nueva política en materia tarifaria era durante el campeonato mundial de fútbol que se disputará en Brasil desde junio?

La respuesta sería más sencilla de lo que parece. El Gobierno habría resuelto ceder ante las presiones sindicales. Detrás del anuncio del fin de las tarifas subsidiadas para la mayor parte de la población, incluidas la totalidad de la clase media y la mayor porción de los trabajadores asalariados, hay un sutil mensaje del Gobierno al sindicalismo. Si hasta ahora los funcionarios presionaron a los popes gremiales para que moderaran sus demandas y negociaran aumentos salariales no superiores al 25%, ahora dejarían de ejercer esa presión, al menos entre gremios alineados.

Ese cambio de actitud no es casual. El paro general convocado por las centrales sindicales lideradas por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo para el 10 de abril puso al Gobierno al borde de un ataque de nervios. No tanto por la previsible actitud del camionero y el gastronómico ni por la esperada adhesión de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que conduce Pablo Micheli, sino por la amenaza de gremios del transporte (colectiveros y ferroviarios) enrolados en la CGT supuestamente oficialista de sumarse al paro.

Si los gremios más afines al kirchnerismo entienden el mensaje del Gobierno...

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