Un costo que da trabajo: con la economía frenada, la suba de los salarios vuelve a preocupar

En un escenario de menor actividad económica que se suma a otros factores de riesgo para la productividad, con índices de competitividad en baja por el tipo de cambio, y en medio de las presiones salariales que encuentran su lógica en una inflación que no cede, la carrera ascendente del costo laboral vuelve a ganar protagonismo entre las preocupaciones empresarias. Aun, eso sí, cuando parece haber un consenso bastante extendido en cuanto a entenderlo como un factor que no define por sí mismo -sino en juego con un mar de variables- las acciones de inversión y de generación o pérdida de empleos.En dólares, se estima que los costos del personal para la actividad industrial subieron 14% sólo en 2011 -ajustado por productividad- y 57% desde 2006. A fines del año pasado, el costo unitario para la producción de bienes y la provisión de servicios en general se ubicaba, según cálculos de economistas, alrededor de 8% arriba del estimado para el promedio de los años de convertibilidad.Si bien en gran medida esos números reflejan las mejoras en los ingresos de los trabajadores -incluso del salario real en varios gremios, aunque esa tendencia se frenó en el último año- eso no lo explica todo. La brecha entre el costo total empresario y el ingreso neto del empleado pasó, según un estudio de la consultora Idesa, de 36,6% en 2001 a 43,3% en 2006, y llegó a 48,2% en 2011. Es decir: por cada $ 100 que recibe el empleado, el empleador desembolsa, en promedio, $ 148,2. Los datos no consideran el efecto en el bolsillo del impuesto a las ganancias, que por la desactualización de su esquema de cálculo hace que el Estado se apodere cada mes de una porción más grande del ingreso de muchos trabajadores.Para las empresas y en particular para algunos sectores industriales, el costo laboral en alza es un factor que suele ser mostrado como amenaza para el equilibrio de sus cuentas y hasta de la ecuación económica general. Los sindicatos dicen verlo como un usual y cansino latiguillo de los empleadores usado en las negociaciones salariales.Para la gestión kirchnerista es un eje más de sus contradicciones: a la par de un discurso que tiende a demonizar por noventista cualquier advertencia sobre el tema, el Gobierno mantiene un esquema de rebajas de contribuciones patronales para nuevos empleos, homologa acuerdos con pagos no remunerativos, pide contener las demandas sindicales y hasta hace poco sostuvo una ventaja significativa para el entonces aliado gremio de los camioneros, ya que el...

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