Cheque en blanco: el placer de comprar sin límite de precio lo que a uno lo cautiva

Un "cheque en blanco" para despuntar el vicio en las bodas de plata de arteBA y estrenarse como coleccionista mediante la adquisición (simbólica) de 10 obras subyugantes. En tres horas y media de infatigable recorrido, el maestro de la abstracción Eduardo Stupía tuvo el privilegio de elegir anteayer, sin límites presupuestarios y a puertas cerradas en la feria, obras de las poéticas que le resultan más estimulantes, aquellas que llevaría a su taller de Almagro.

"En mi casa convivo sólo con bibliotecas", revelará el profesor de dibujo de la Universidad Di Tella, ex librero y ex jefe de prensa en distribuidoras cinematográficas, hasta que en 2006 pudo vivir de su pintura.

Regido por el canon del dibujo, la construcción de cierta figuración deformada y una paleta en técnica mixta ceñida a los blancos, grises y negros (aunque en los últimos años se filtra algo de color), la obra de Stupía es un clásico del arte argentino. Está presente en las mayores colecciones locales y europeas. Hasta el hogar presidencial tiene obra suya, que la primera dama, Juliana Awada, con quien se encontró el artista anteayer, compró en ediciones anteriores de arteBa. Nada dijo sobre si el lienzo se mudará a la quinta presidencial.

A pedido de LA NACION, la maratón compradora se inició en Jorge Mara, engalanada por dos obras suyas deslumbrantes, que rehusó comprar: "Aprecio mi obra lo suficiente, pero no del todo. Uno sabe lo que tiene y lo que le falta: en mi caso, eso sería experimentación, disparate; alejarme del territorio central del orden y la lógica del dibujo, utilizar otro punto de partida que no sea el lenguaje gráfico puro".

Bastó que hubiera recorrido algo de la feria para tentarse con la audacia de hacerse con "todos" los Berni de arteBa, su artista fetiche, una gramática valorada como la de su amigo y cómplice Yuyo Noé, junto a las de Marcia Schvartz, Juan Andrés Videla y Juan Astica.

Previsible, el primer punto rojo fue para la crónica visual que el maestro rosarino hizo -a pedido de la revista Gente- de la última pelea de Carlos Monzón contra Rodrigo Valdez: 13 dibujos en fibra, exultantes de color, que acompañaron la narrativa de Silvina Bullrich en esa revista y que expone Cosmocosa.

Sólo unos pasos lo separaron de su segundo Berni en Sur: "Apocalipsis", el polifónico choque de civilizaciones en un lienzo sin tiempo, brioso, con radicalidad de movimiento y críticas al consumo y al orden social.

El axioma de que el coleccionista adquiere aquello que...

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