Ayuda sin techo: al rescate de quienes viven en la calle

Hugo Echeverri llega un viernes a las 20 a Bartolomé Mitre y Riobamba cargado de bolsas de plástico, como el resto de los . Todos los días, un grupo de veinte personas se reúne ahí para hacer una recorrida a pie de tres horas. Su objetivo: ayudar a la . Es la primera vez que Hugo, de 43 años, participa. Antonella, una de las coordinadoras, le da la bienvenida y divide al equipo en seis grupos. A cada uno le entrega un changuito con botellas de jugo, termos con agua caliente, sopas, vasos de plástico, galletitas de agua y budines marmolados. Uno de los voluntarios carga un paquete que alguien donó con un cartel que dice "Pantalón talle 46 y remera para Pedro (Sarandí y Rivadavia)". Otros aportan lo que rescataron de sus casas, torta o sándwiches de milanesa. Pero Hugo no saca nada de las bolsas que llevó, las guarda en el baúl del auto de otra voluntaria. Inician su derrotero por Retiro, Montserrat, Constitución, San Nicolás, San Cristóbal, Balvanera y Almagro, donde es más habitual toparse con la dolorosa situación de los que nada tienen.

Los grupos se reencuentran en la misma esquina a las 23 para dejar los changos vacíos en un depósito que les presta un gimnasio. Alguien le pregunta a Hugo qué le pareció la experiencia y él responde en voz baja que le gustó, que volvería. La mujer del auto le devuelve sus bolsas, mientras los demás se consultan para qué lado van, qué colectivo toman.

Hugo dice que no sabe porque ya es muy tarde para entrar en el parador de Retiro, pegado a la villa 31, donde duerme casi todas las noches desde que quedó en la calle, hace dos años. Cuenta que decidió sumarse al grupo esa noche no sólo para colaborar con gente en su misma situación, sino también para encontrar a Luis y a Julia, dos voluntarios de la fundación que conoció el 24 de diciembre, cuando fueron a pasar la Navidad al lugar junto con otros diez jóvenes. "Jugamos a las cartas y comimos empanadas. Me sentí como en familia; hacía años que no me pasaba. Vine a buscarlos acá. Él tiene rulos y ella cierra los ojos cada vez que termina de hablar. ¿Los conocen?", pregunta. Nadie los ubica.

Uno de los voluntarios saca su celular y le muestra a Hugo las fotos de Navidad que alguien de la Fundación Sí posteó en Facebook días atrás. A él le parece ver a Luis, pero al final no cree que sea él, se lleva la mano derecha a su frente y se lamenta por no haberles pedido el número de teléfono. Los chicos lo miran, sin decir nada. El voluntario le da a Hugo una botella con agua, un paquete de galletitas que le sobró de la recorrida y un beso de...

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