Ambiente y municipio
| Autor | Roberto Dromi |
| Páginas | 475-510 |
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¿Qué estamos haciendo con el ambiente? El nivel de los mares aumenta, la tala indiscriminada de árboles provoca la desertización, aumentan las sequías, los glaciares retroceden, el suelo está contaminado, el aire está contaminado, el agua está contaminada, se habla de contaminación visual y sonora, derrames de petróleo, desechos urbanos, adelgazamiento de la capa de ozono, efecto invernadero, ciudades con chimeneas y humos, comercio ilegal de la fauna silvestre, aumento de enfermedades como cólera, tifoidea, hepatitis, enfermedades pulmonares y bronquiales. Hay desastres naturales y hay desastres provocados por el hombre1.
La preocupación por el cuidado del medio ambiente se ha transformado en una cuestión tan importante que, por ejemplo, Juan Pablo II no ha dudado en afirmar que el hombre posee una "vocación ecológica", la cual "se hace más urgente que nunca en nuestro tiempo, en el que el equilibrio ambiental sufre graves amenazas"2.
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En el mismo sentido, se advierte que si bien no se vislumbran límites para el desarrollo de la ciencia, la supervivencia de la humanidad se encuentra amenazada por "nuestra incapacidad para organizarnos socialmente y para actuar de forma solidaria con nuestros congéneres en el tiempo y en el espacio"3.
En base al informe Founex de 19114, en julio del año siguiente, se realizó en Estocolmo la Conferencia Mundial de las naciones unidas sobre el Medio Humano, donde se inician las preocupaciones a nivel global en torno al desarrollo y al ambiente. Aquí comienza a internacionalizarse el tema ambiental y su interrelación con el desarrollo5.
A esta primera reunión internacional siguieron otras sobre el ambiente, pobreza y desarrollo como las Convenciones sobre la protección de la Capa de Ozono, primero en Viena en 1915 y luego en Montreal en 1911, el informe Brundtland de 1911, conocido también como "nuestro Futuro Común"; "nuestra propia Agenda", que es el estudio realizado por la Comisión de desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, que sirvió de base a la Confe-Page 477rencia de las naciones unidas sobre Medio Ambiente y desarrollo en Río de Janeiro en 1992; el Convenio sobre Cambio Climático en nueva york de igual fecha; la Convención para la protección de la diversidad Biológica también en Río de Janeiro en 1992; la Conferencia internacional sobre la población y el desarrollo de El Cairo en 1991; el protocolo a la Convención Marco de naciones unidas sobre Cambio Climático en Kyoto, 19916, entre otros.
El siglo XX se despidió con el crecimiento del agujero de la capa de ozono, que alcanzó una extensión mayor que la correspondiente a toda norteamérica7. Y el siglo XXI nació con el incremento de las catástrofes ambientales, como el tsunami en el Océano indico en el año 2001, el huracán Katrina y el terremoto de Cachemira en el 2005, consecuencias de que el calentamiento global del planeta inducido por la actividad humana está haciendo más intensos los huracanes y está alterando los patrones climáticos. Las catástrofes ambientales son una fracción de los resultados de un modelo de desarrollo insostenible.
El afán de lucro incontrolado y la sociedad de consumo en la cual estamos insertos, no reparan en los medios para conseguir sus objetivos. La reticencia a emplear en los procesos de industrialización los medios modernos destinados a preservar el hábitat, es una consecuencia de la falta de conciencia de que la propiedad debe cumplir una función social. Es factor coadyuvante de tal estado dePage 478 cosas, la carencia de una política clara e integradora en materia económica, que permita planificar la actividad empresaria.
La única forma de asegurar una vida digna para las próximas generaciones es actuar con equilibrio sobre el medio ambiente: administrar el agua; cuidar la energía; salvar la salud; asegurar la agricultura; mantener la biodiversidad, cuidar la atmósfera8.
Es preciso evitar que los intereses económicos atenten contra el cuidado de la naturaleza9. La realización de la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente y desarrollo Sostenible en Johannesburgo, en el año 2002, ha sido un nuevo desafío para evaluar si los pobres del sur lograron reducir la brecha con los ricos del norte10, aunquePage 479 más no fuere en el respeto a nuestro entorno natural11. Es a partir de esta Cumbre donde se concibe que la protección ambiental es algo indivisible de los procesos de desarrollo.
La movilización demográfica interna por la que el hombre es prácticamente expulsado del campo, se debe fundamentalmente a la ausencia casi total de elementos que le aseguren condiciones dignas de convivencia. Además, el disfavor con el cual la sociedad mira a quienes se dedican a las tareas primarias y la imposibilidad de que puedan acceder a ser propietarios de una unidad de producción, provocan estas corrientes migratorias, con la consecuente radicación de "villas miseria".
La solución es adecuar los procesos de industrialización12 para que tanto las superpotencias como los países en vías de desarrollo se encuentren en condiciones de producir bienes y servicios en cantidad suficiente para lograr el bienestar general operando, además, la implementación de políticas conservacionistas de los recursos naturales, lo cual se ve facilitado en gran parte por los avances tecnológicos que permiten una más eficaz utilización de los mismos. pero el elemento decisivo es, a nuestro entender, una concientización social de la necesidad de preservar el medio ambiente. La paralización del desarrollo condenaría a las tres cuartas partes de la humanidad a condiciones insuficientes de vida, mientras que el resto seguiría en su accionar destructor del hábitat.
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Actualmente en la República Argentina, el 16,5% de la población se concentra en 105 centros urbanos (considerando centro urbano al poblado con una cantidad no menor de 2.000 habitantes) y el 60,5% reside en las denominadas áreas metropolitanas (aglomeraciones que exceden los 50.000 habitantes). El área de mayor concentración poblacional e industrial -el denominado Eje Fluvial industrial- absorbe el 12% del empleo industrial y, dentro de él, la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, el 55%; que en algo más del 2% del territorio nacional el Eje Fluvial industrial reúne el 16% de la población.
Dentro del Eje Fluvial industrial, la Capital Federal y los partidos del conurbano exhiben, además del 55% del empleo industrial nacional el mayor grado de densidad, el 16% de las "villas miseria" y un 0,1% de áreas verdes por habitante; es decir, la décima parte de un estándar admisible, con altos índices de contaminación ambiental y que, como contrapartida, carecen de una infraestructura adecuada de servicios; el índice de crecimiento demográfico, en relación con las restantes, es el más elevado como consecuencia visible de la migración interna que continúa la línea de traslación desde el interior del país hacia las áreas metropolitanas.
La concentración poblacional e industrial, los altos índices de contaminación ambiental, la modesta infraestructura de servicios públicos, la migración interna y la ausencia de planificación urbana fueron signos inequívocos del estado en que se encontraba postrado el país.
El programa de pobreza urbana y Ambiente (UPE por sus siglas en inglés) trata sobre la mejora del acceso a servicios, el fortalecimiento de las capacidades y la reducción de la pobreza en ambientes urbanos de los países en desarrollo.
Se estima que mil millones de personas viven en asentamientos informales. La mayor parte de éstos, ubicados en áreas urbanas dePage 481 países en vías de desarrollo. Los pobres de las zonas urbanas son quienes sufren en forma más desproporcionada las cargas ambientales, producto del restringido acceso a recursos políticos, humanos, naturales y financieros. Es así que la carencia de servicios ambientales adecuados, junto con la degradación ambiental y la vulnerabilidad frente a desastres naturales, los deja atrapados en un ciclo de pobreza que agudiza esas cargas ambientales, lo que a su vez exacerba la pobreza y disminuye aún más, el ya limitado acceso a los recursos.
Es objetivo del UPE aliviar las cargas ambientales que exacerban la pobreza, mediante el fortalecimiento de la capacidad de los pobres al acceso equitativo a servicios ambientales, la reducción de la degradación ambiental y la vulnerabilidad frente a desastres naturales, el mejoramiento en el uso de los recursos naturales que permitan mejorar la seguridad en materia de alimentos, agua e ingresos13.
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