De los afectos

AutorAlberto Vicente Fernández
Páginas89-98

Page 89

1. El "ethos" y el "pathos"

El libro sexto de las Instituciones enseña sobre los afectos, que impulsando el discurso culminan en la peroración. Según la definición platónica el discurso oratorio es un razonamiento caluroso; y si la diferencia entre dialéctica y retórica se halla en el fin de cada una, el uso de los afectos caracteriza al orador, hábil en pruebas verosímiles, pero muy diestro en mover las pasiones como quiere y conviene.

Los afectos tienen lugar en cualquier parte del discurso, y se esparcen por él como la sangre corre por las venas atravesando todo el cuerpo humano, en el símil de Cicerón. Pero conmover no es faena cómoda, y Quintiliano reconoce que el arte de mover las pasiones no se enseña en ningún libro, y si el orador mediocre realiza bien las partes del discurso debido a la práctica, muy pocos hacen un patético 1.Page 90

Los sentimientos de dolor y placer, amor y odio, origen de todas las demás pasiones, nos rigen, porque, no siendo el hombre una inteligencia pura, se mueve por razones diferentes de las lógicas. Como dice Pascal: "El corazón tiene sus razones que la razón no conoce". Este aforismo es un principio fundamental de la retórica, que sin él cualquier hombre comprende aquello que escucha, pero no lo siente; entonces, sin estímulo de la voluntad, el orador no logra una conducta; pero él habla para producir una conducta. De todos modos, si el patético no quiere reglas, algunas de ellas no son vanas, y el mismo Quintiliano resume en unos principios su experiencia y la ajena.

Halla dos especies de afectos: la primera es el pathos o pasión; la segunda es el ethos o costumbre, más bien cierta propiedad de las costumbres, porque se reducen a ella todos los hábitos del alma. Unos afectos, los del pathos, son fuertes y vehementes; otros, los de la costumbre, son apacibles; aquéllos arrebatan al hombre; éstos lo mueven con mansedumbre; unos dominan, otros persuaden; los primeros excitan el ánimo; los segundos logran la benevolencia. El ethos pide en el orador una manera serena y amable de hablar, como expresión de las costumbres sociales; el pathos es el ámbito de los sentimientos de odio, miedo, ira, compasión, propios también de la tragedia.

Aconseja Quintiliano cumplir con las costumbres, distinguiéndose el orador por su carácter bondadoso, dulce, apacible, agradable, y diga de tal manera que descubra su propia índole, perdone, aconseje, sufraPage 91 sin ira. "De distinta manera se pinta la naturaleza y costumbres cuando un anciano sufre la injuria de un joven, o un hombre condecorado es injuriado de palabra por otro de inferior condición. Al segundo debemos pintarle fuertemente indignado, al primero, resentido".

Hábil es la conducta de quien cede ante la prepotencia del adversario: "Contribuye para excitar el odio contra nuestro contrario el ceder y rendirnos a su prepotencia, que es darle en cara tácitamente con su desenfrenado poder; pues en el hecho de rendirnos damos a entender que su poder es excesivo. Quienes desean maldecir y afectan ser libres en hablar, no saben que pueden más la envidia y el odio que una injuria de palabra, porque aquéllos hacen odioso al adversario, ésta a nosotros mismos, que. la decimos"2.

2. Si es necesario estar conmovido patfa conmover

Quintiliano enseña otro precepto, el principal según él, para mover los ánimos, que manda que estemos movidos primero. "Por donde si queremos hablar con verosimilitud, hemos de parecemos en los afectos a los que sienten de veras, y que hablamos con aquella viveza de sentimientos de que queremos se revista el juez. ¿Cómo se dolerá éste si ve que yo no...

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