La acción

AutorAlberto Vicente Fernández
Páginas79-87

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1. Importancia de la acción

La faena del orador, antes y durante el discurso, se completa por la acción oratoria, que Cicerón llamó elocuencia del cuerpo. Voz, gestos, ademanes, mueven los ánimos junto con las ideas y la elocución. "Preguntado Demóstenes -dice Quintiliano- qué cosa era la más principal en toda la oratoria, dio preferencia a la pronunciación, y a la misma dio el segundo y el tercer lugar, hasta que dejaron de preguntarle; de modo que s¡e puede creer que tuvo a la pronunciación, no por la cosa más principal de la elocuencia, sino por la única, y, por lo tanto, él mismo hizo tanto estudio en imitar la pronunciación de Andrónico el farsante, que admirándose los de Rodas parece que con razón les dijo Esquines: 'Pues qué hubiera sucedido si le hubiereis escuchado a él mismo'1 Page 80

2. La pronunciación

Quintiliano dice pronunciación como sinónimo de acción, según el capítulo III del libro XI, y la divide en dos partes: la voz, o pronunciación propiamente dicha, y el ademán, de las cuales una impresiona los oídos, la otra los ojos, moviendo el alma por los sentidos. Hace la división de la voz en tres especies: aguda, grave y bemolada, y da útiles recomendaciones para producir los efectos que convienen al orador y conservar su instrumento durante mucho tiempo.

Aunque los oradores no deben poner el mismo cuidado que los maestros de canto, sin embargo cuidarán de la robustez del cuerpo mediante los ejercicios físicos, el paseo, los baños, la fácil digestión, la frugalidad, si bien lo harán sin exceso, para que la voz no se haga delicada con el demasiado regalo.

La pronunciación debe poseer las mismas cualidades exigidas al discurso:

  1. ) Será correcta, ni muy melosa ni con esa rudeza de aquellos de quienes dice Cicerón que no declaman sino ladran. Será sana; ni sorda, bronca, atroz, dura, áspera, hueca, gruesa o delgada, ingrata,Page 81 tenue, afeminada, ni la respiración corta o poco durable.

  2. ) En este punto se pide la clara articulación, que muchos oradores desde fian, sin saber cuánto sirve para hacerce oír de los oyentes más alejados del orador en las grandes salas, y cuando su voz no está sana. Articular bien estimula las ideas en todo el curso de la oración; pronunciar clara y distintamente los vocablos ha sido siempre una de las cualidades relevantes de los buenos oradores, mientras que los malos se tragan las palabras, apenas las pronuncian o dejan caer la voz en las últimas sílabas, delecto éste muy común; pero tampoco se irá deletreando, como contando las sílabas.

  3. ) La voz media produce mejor las pausas, el silencio y las inflexiones, es la más sugesliva, y por ella recuerdan mucho tiempo al orador quienes le han oído.

    "En los discursos -enseña Quintiliano- no conviene un tono muy grave como en la música, ni muy agudo. Porque el uno, muy oscuro y demasiado llano, ninguna impresión puede hacer en los ánimos, y el otro, delicado y de una claridad excesiva, no sólo es fuera de lo natural, sino que ni puede recibir las diferentes inflexiones de la voz en la pronunciación, ni sostener por mucho rato el mismo tono" 2.

    La buena pronunciación pide igualdad en el tono, evitar la confusión de las...

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