Todos los peronistas van al cielo

López despertó sobresaltado, con la respiración jadeante, a esa hora prohibida en la que un silencio sin fondo antecede al canto de los pájaros. Sintió, en el centro de su ser, un vacío en el que quedó suspendido como un bebe recién llegado al mundo. A mitad de camino entre el sueño y la vigilia, su mente empezó a poblarse de imágenes confusas y caprichosas, ecos de la pesadilla que había tenido.La imagen más persistente era la de un hombre que presidía una multitudinaria reunión desde la cabecera de una larga mesa. Por el bigote y la sombra bajo los ojos, López hubiera dicho que se trataba de . Sus palabras llegaban asordinadas, morosas, como abriéndose paso entre la bruma, pero con el tono asertivo e invicto de siempre: "El Presidente, que está iniciando un proceso de transformación profunda del país, quiere que sus ministros acompañen esta gestión fundacional en la que daremos un golpe definitivo a la pobreza y la inseguridad".A López le pareció extraño que su sueño lo remontara a los primeros años de la presidencia de . ¿Para qué volver al pasado? ¿Qué resorte perverso de su psiquis lo volvía a poner ante esa escena que parecía corresponder a los tiempos en que se cocinaba una nueva y penosa frustración?Reparó de pronto en dos detalles inquietantes. Primero, la frase pronunciada repetía el latiguillo de rigor, pero no parecía provenir exactamente de 2004 o 2005. Segundo, el bigote del jefe de Gabinete lucía más canoso. Le corrió un frío por la espalda. ¿Y si en lugar de un sueño retrospectivo se trataba de uno profético? En la carrera electoral, según las últimas encuestas, corría con alguna ventaja. Que Alberto Fernández volviera a la jefatura de Gabinete en 2015 no debería sorprender a nadie. ¿O acaso la Argentina no era el país del eterno retorno?Cuando intentaba serenarse, otro detalle le aportó nuevas dudas. Entre los políticos arrimados a esa mesa identificó a dos hombres del riñón de . Allí los interrogantes se multiplicaron, como pasa cada vez que tratamos de recobrar los fragmentos de un sueño esquivo. ¿El jefe de ministros había aludido al "Presidente" o en verdad había pronunciado un nombre? ¿Había dicho "Daniel"? ¿O había dicho "Sergio"? También, esa bruma en la que llegaron envueltas sus palabras bien podría haberle escamoteado una letra. Tal vez había dicho lo imposible: "la Presidenta", en femenino.López ya tenía claro que el sueño no lo confrontaba con el pasado, sino con lo por venir. Más allá de eso, todo resultaba cada vez más...

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