Marguerite Duras, íntima

Como Adolfo Bioy Casares, William Burroughs, Julio Cortázar y Octavio Paz, Marguerite Duras también hubiera cumplido cien años en 2014. Para conmemorar la fecha Paidós acaba de publicar La pasión suspendida, un atractivo libro de entrevistas, fruto de los encuentros que la escritora mantuvo con la periodista italiana Leopoldina Pallota della Torre, entre 1987 y 1989. Editado originalmente en Italia en 1989, aparece en la Argentina traducido por César Aira, con prólogo de Silvio Mattoni.Duras no le hizo fácil la tarea a su entrevistadora. Cuenta Leopoldina en la introducción que la puso a prueba con gestos de infantil hostilidad. Durante la primera de las entrevistas, en casa de la autora, cada vez que ésta atendía el teléfono sujetaba la mano de su interlocutora para asegurarse de que no podría transcribir ni una sola de las palabras que oía. También comía sin convidar, a lo largo de tres horas de charla, unos enormes caramelos de menta. Y aquella vez que Leopoldina volvió a visitarla en París, llevándole de regalo una generosa ración de queso parmesano, Duras aceptó: "Justamente no tenía nada que comer en casa". Tomó el queso y la dejó sin la entrevista. Superada la prueba de resistencia, la relación se encaminó y las dos mujeres llegaron a compartir momentos de diálogo verdaderamente íntimos. Marguerite le habló de la infancia difícil en la Indochina francesa ("nadie me dijo que era bonita, no había espejo donde mirarse en casa"), de su ambigua relación con el mayor de sus hermanos, a quien la unía la pasión del odio y el horror a la tentación del incesto; del padre al que...

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